domingo, 10 de abril de 2011


"Adiós", le dijo ella, "Te quiero mucho". Y se alejó caminando hacia ningún sitio. Él había muerto unos años antes, pero la miró, despacio, con el alma, y recordó cada beso, cada caricia, compró el periódico en un quiosco cercano y volvió a la tumba, pensando en ella y en todos los instantes compartidos. Y dijo adiós, sin mirar a nadie.


3 comentarios:

Rocío Romero dijo...

Carlos,
siempre he pensado que detrás de tus historias hay algo que va más allá.
Cuento además con información privilegiada porque sé que tu novela favorita (una de las mías también) se puede englobar en el "realismo mágico", al margen de todo lo que da o dio que hablar la corriente.
Así que veo al protagonista muerto de amor (en vida) o como un espectro que vuelve a verla, pero te veo a ti con una mano que no deberías dejar descansar.
Muchos besos (nostálgicos y envidiosos)

mediterráneo dijo...

Joder Rocío, que publico y no leo los comentarios anteriores, pensaba que llegaba e-mail de los que había.
Más o menos, creo que somos el espectro que queda tras cada adios, tras cada una de esas pequeñas muertes.

Rocío Romero dijo...

Jaja, te tienes que suscribir o algo así... en las opciones del blog lo pone en algún rincón. He tenido que volver a la entrada porque no sabía a qué me estabas respondiendo :-P